“Señor, Tú lo sabes todo,
Tú sabes que te amo”
« No temas, estoy contigo »
En el testimonio que Pier Luigi nos da sobre sus dos años de secuestro en medio del desierto nos expresa la sensación que sentía de inutilidad: “dos años perdidos en mi vida misionera”. Después, cuando fue asimilando el misterio en el que Dios le había metido, a base de oración y contemplación su pensamiento y sensación cambiaron y se confirman ahora.
Sobre la paternidad
Estas eran las consignas que presidían al fondo de la catedral de Niamey la celebración del sábado en la que se ordenaron sacerdotes Felix y Michel, dos jóvenes Gurmanchés, los dos de la parroquia de Bomouanga donde fue secuestrado Pier Luigi, presente en la celebración y que esta noche ejercía allí su paternidad con el alma desbordada de plenitud y agradecimiento.
Dos años de desierto y cuatro ejercitando la contemplación del misterio que vivía atado a sus cadenas que finalmente le fueron sustraídas y que hoy se le ve pleno, maduro, feliz.
Una Iglesia que resurge
Allí estaban los dos obispos del Niger acompañando al nuncio que presidía la celebración, pero sobre todo Pier Luigi y sus dos hijos espirituales, Michel y Félix.
La celebración me pareció un acontecimiento fundamental, que hace historia en la Iglesia de Niger después de todo lo que le ha tocado vivir estos últimos años de hostigamiento y rechazo por los movimientos islamistas: quema de iglesias, secuestro de Pier Luigi y menosprecio de buena parte de la población.
Toda la Iglesia de Níger estaba allí representada y allí manifestó toda su alegría y confianza en el futuro que se expresó por un número importante de personas, nunca había visto algo semejante, se hablaba de más de dos mil. Y por la vivacidad, la alegría sencilla y espontanea que surgía durante las cuatro horas que duró la ceremonia.
Todo ello mostraba una voluntad decidida de vivir, de manifestarse, de expresar de la mejor manera y natural la fe y la voluntad de ser Iglesia, además sin ningún gesto de revancha, resentimiento o intención de reivindicar derechos
Un proyecto de amor
Lo necesitaba seguramente y no dejó pasar en balde el acontecimiento. Sigue viva, más viva y con una mirada más que positiva contemplando el futuro.
Yo percibí esta celebración de ordenación sacerdotales como el testimonio de toda una comunidad, había mucha gente joven, que reafirmaba su identidad y sus ganas de vivir su fe y de ocupar el lugar que le correspondía en la sociedad, pero esta vez sin complejos ni animadversión, con confianza y feliz.
Rafael Marcos, sma